Fueron felices y comieron perdices?
Porque a veces, el mar rompe los diques que la mano humana pone.
A medio camino la chica se para en seco y le mira con una sonrisa pícara. "Pero, ¡si no te he dicho mi nombre! Soy Venus !". Narciso no puede evitar que su cara refleje su asombro. "Venus, ¿la Diosa?". Ella ríe y contesta que es el primero que hace ese chiste. Le cuenta la historia de cómo sus padres son historiadores, y cómo su madre se especializó en mitología. Narciso no entiende nada, pero algo dentro de él le hace pensar que no es quien él cree.
Venus le señala un restaurante en la siguiente manzana. Pequeño, con vivos colores y con un camarero que no para de reir, ese sitio desentona con el resto que ha visto hasta ahora. No le tiene miedo. Por primera vez se relaja. Pero justo cuando están cruzando el umbral de la puerta, Venus le pregunta: "¿De dónde eres exactamente?".
Decide seguirle, porque no tiene otra opción. El señor se presenta como Padre Felix. Narciso encuentra el nombre un poco extraño, piensa que el señor está loco, ya que obviamente no es su padre, ni un Dios, y se ha puesto ese nombre. Además sus ropas son también diferentes al resto, no viste de colores, y con pantalones, como el resto de los hombres que ha visto hasta ahora; Felix, viste con una especie de vestido largo y engro, y con una cosa blanca en el cuello.
Pero a nuestro Narciso no le importa, al fin y al cabo, también él es diferente de la gente que le rodea ahora mismo, y por lo menos Felix, se está mostrando amable.
Al principio no hablan. Pero al cabo de unos minutos el señor del vestido empieza a preguntarle cosas extrañas. Si tiene algún tipo de drogodependencia, si tiene familia cercana, si tiene... Narciso está muy confuso, desconoce el significado de muchas de las preguntas, y no sabe qué contestar. Tiene miedo de que su respuesta sea la equivocada y también Felix le abandone.
Narciso empieza a hablar de lo que él cree es normal. De su vida en el Olimpo, de la felicidad, de la gente que cuidaba de él. Pero se detiene en seco cuando ve la cara de Felix. Narciso sabe en ese mismo momento que su respuesta no ha sido la adecuada. Felix cambia rápidamente su rictus, pero Narciso se percata de que algo no va bien.
Cuando levanta la cabeza, se queda paralizado del miedo. Se encuentra en un lugar completamente desconocido para él. Para empezar el suelo sobre el que está tendido es como de mármol, como los templos, pero no hacen la función de pared. Aquí parece que sirve para que la gente camine sobre él. Y por si fuera poco, justo a su lado hay otra especie de suelo raro, negro, por el que van unos aparatos muy extraños, que echan humo por detrás y van a una velocidad completamente insusual. ¿Qué es todo aquello?
La gente no repara en él. Caminan muy deprisa, y con cara de preocupación. Sus atuendos son muy raros, y visten diferentes entre ellos. ¿Dónde se encuentra?
Para empezar va a buscar alimento. Mira a su alrededor desorientado, ¿dónde? Anda sin rumbo fijo, nada le parece comestible. Pero detrás de unos arbustos encuentra a unas ardillas comiendo unas frutas rojas. ¿Por qué no? Si ellas no mueren, él tampoco lo hará.
Mientras se acerca al arbusto las ardillas huyen asustadas. Narciso recoge un puñado de frutos rojos. Se sienta al pie del árbol y empieza a comerlas.
¡¡¡¡¡¡Cuál es su sorpresa al descubrir que son sabrosas!!!!!! Por primera vez en su vida empieza a sentirse orgulloso de sí mismo.
Pero mientras se encuentra en mitad del camino mirando el trecho que ya ha dejado atrás, de repente, la maleza se vuelve tupida, los árboles se mueven, el cielo se oscurece...El camino de vuelto se ha cerrado. Narciso está aterrado. Las hadas siempre le han contado historias de los bosques, histotias sobre el Dios malvado, historias sobre Tétralus.
¿Qué es eso que se oye? ¿Pasos? Dios, Narciso ve una sombra proyectada justo delante de la suya, y por mucho que lo intenta, no puede levantar la vista del suelo.
Narciso vive apaciblemente en el Olimpo. Nada puede arruinar su vida llena de placeres y vacía de deberes. Tiene todo lo que quiere: comida, bebida, fiestas y mujeres. Y por encima de todo es el tipo más apuesto del lugar.
La gente dice de él que nunca se vio belleza igual. Alto, de piel morena, su perfil es completamente perfecto, incluso parece modelado por un genio. Sus ojos son verdes, claros, brillantes, hay hadas que dicen que si los miras el tiempo suficiente, emulan a las olas del mar, con un vaivén hipnotizador.
Sin embargo, aunque haya sido bendecido con todos estos dones, no le interesan la belleza ni el amor. De hecho nunca ha visto su imagen, nunca. De pequeño le advirtieron de que no lo hiciera, nunca jamás. Y ha sufrido las cosecuencias. No sabe apreciar tampoco la belleza en ninguna otra persona.