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Un cuento en fascículos

Ana Biurrun

Venus, querida Venus

La respiración de Narciso se aceleraba por momentos, le faltaba el aire. Estaba asustado y no sabía qué contestar. ¿Se tomaría bien Venus lo que le iba a decir? ¿Se reiría de él? Y lo más importante... ¿le iba a contar la verdad?
De pronto oyó a Lilith por primera vez después de esas horas infernales que había pasado en la ciudad:
"Sé valiente, Narciso. Acepta las consecuencias de tus actos y enfréntate a tus miedos".
Narciso respiró hondo, tragó saliva y contestó:
"Eres especial, Venus, y por eso voy a ser sincero contigo. Antes de nada quiero aclarar que ni estoy borracho ni tomo dro..."
"¡Vete al grano, tio! Te aseguro que he visto cosas peores en esta ciudad. Tengo curiosidad por saber de ti. Me inspiras confianza, ¡venga!, ¡cuéntame!", le interrumpe Venus ansionsa.
"Soy del Olimpo. Me llamo Narciso y me he encontrado en este lugar por error. Bueno, por error exactamente, no... He venido a aprender, quiero saber lo que se siente al ocurrirme cosas que no son buenas. Aunque a decir verdad, -Venus le mira perpleja, sin saber cómo reaccionar- ya he experimentado algunas cosas que no me gustan. Todavía no sé si quiero quedarme en este lugar"

La expresión de Venus no tiene precio. "Ya. Creo que necesitas ayuda, pero no sé si yo podré dártela", continúa.
Narciso ya sabe por dónde van los tiros y comienza a levantarse de la silla. Venus sonríe amigablemente.
"¿Qué haces? No me estás entendiendo. Yo soy Venus, la Venus que conociste en el Olimpo, la Venus de la que te enamoraste..."
Narciso se queda paralizado, y titubea torpemente.
"Pero... ¿y tu aspecto?, ¿qué ha pasado con su aspecto?"
Venus ríe de forma nerviosa y le mira a Narciso con ternura.

Ahora el Olimpo queda a la vez lejos y a la vez cerca... "Cuando me enteré de que te marchabas decidí seguir tus pasos. Yo también he renuciado al Olimpo, pero me he adelantado un poco a ti. Se podría decir que tomé un atajo y mientras tú pasabas años intentando sobrevivir en el bosque, me dediqué a aprender cómo vivir en este mundo tan raro...", rie y su rostro toma un color rosado. Baja la mirada. "Te he estado esperando todo el tiempo, Narciso, para poder estar contigo. Temí que me olvidaras".

Y las decepciones siguen...

Ése hombre que Narciso creyó que iba a ayudarle se transforma, aunque intente ocultarlo, en alguien con una mirada que ya había percibido antes. El tendero, el conductor de autobús, las personas con las que se cruzó nada más llegar a ese lugar tan diferente y gris... todos tenían unos ojos que eran todo menos amigables.

¿Qué quieres decir con "la gente que te cuidaba"? ¿Acaso no crees que eres mayorcito y estás lo suficientemente capacitado para, no sólo cuidar de ti mismo, sino, cuidar de otras personas?", pregunta irónicamente el hombre. Narciso le mira boquiabierto. "¿Cómo cambiarán estas personas de humor tan fácilmente? Y lo más importante, ¿por qué?", pensaba mientras el Padre Felix le increpaba.

"Eres un tipo raro. Muy raro. Pero hay algo que me dice que no me mientes cuando te pregunto si tomas drogas. A pesar de ello, me siento profundamente decepcionado. ¡No me dirás que nunca has experimentado dolor, pena, frustración o injusticia!", pregunta el Padre, "¿Qué hay de los pobres, los desamparados y tantos otros que necesitan de nuestra ayuda?"

Narciso titubea torpemente y alcanza a decir que no sabe de qué está hablando.
El Padre Félix piensa que le está tomando el pelo y que sólo es un loco más de tantos que ha conocido. Al llegar a esta conclusión su rostro se llena de dureza.
"No merece la pena intentar enseñarte la Verdad", murmura mirando a Narciso. "Para ello tienes que estar dispuesto y, siento decírtelo de este modo, pero no me gusta que me tomen por idiota"

Sin más, se da media vuelta y deja abandonado a Narciso. Éste sigue caminando hacia ninguna parte y cuando cree que todo está perdido y la desesperación comienza a entrar por sus venas, una chica de unos 25 años se acerca a él con una gran sonrisa y le pregunta si es extranjero ya que le ve algo perdido.

Libros y más libros... eso era lo que llevaba la extraña chica
Narciso levanta la cabeza para verla mejor y descubre a una chica con pintas de estudiante, cargada de libros y una coleta mal hecha.

Qué raro...

Son personas como él pero a la vez muy diferentes. Su cara no tiene ningua de las expresiones que había conocido en el paraíso -¿quizás porque no han experimentado y conocido las mismas cosas?-. Darius no se parecía a nadie de allí.

Trata de defenderse de la avalancha de gente que se choca contra él y que ni siquiera le pide perdón. "No entiendo absolutamente nada", se repite a sí mismo en bajo y con expresión preocupada.

Huele de forma diferente. El sonido del agua, del viento cuando chocaba con las ramas de los árboles, de la música de Hewly... hay un larguísimo etcétera que no esta allí. Tiene miedo y un escalofrío recorre su cuerpo mientras la respiración se le acelera.
Poco a poco va levantando más la voz hasta que chilla con todas sus fuerzas: "¡¡LILITH!! ¡TENÍAS QUE AYUDARME! ¿ES ASÍ COMO PAGAS MI CONFIANZA EN TI? TE LO SUPLICO, ¡AYÚDAME, POR LO QUE MÁS QUIERAS!"

No recibe ninguna respuesta. Se enfada consigo mismo y empieza a dar patadas contra esas extrañas paredes. Un comerciate sale corriendo de su tienda: "¿Pero se puede saber que cree que está haciendo?".
"Yo... bueno, estoy buscando a Lilith, ella sabe el camino. ¿Dónde está?", contesta Narciso esperanzado.
"¿Por qué no te vas a beber a otra parte? ¡No quiero borrachos en mi tienda! ¡Fuera!"
¡Cuánto ruido!

Narciso corre sin rumbo fijo. De pronto, casi le atropeya un autobús público. El chófer le reprende sin reparos, lo insulta y Narciso no puede más. Tira su cesta con las pocas manzanas que tiene y observa impotente cómo ese mismo autobús las aplasta como si fueran hormigas. Rompe a llorar como un niño.

¿Otros humanos?

Narciso come como un loco. Tiene hambre y sed. ya ha amanecido y cuando va a un lago a beber agua, los cisnes le saludan y le animan en su viaje.
"No muy lejos de aquí hay una aldea donde viven humanos. Ellos te ayudarán, aunque habrá otros que querrán atacarte. Ten cuidado."

Corre, Narciso, ¡hay mucho que aprender!
"¿Por qué iban a querer atacarme?", les pregunta.
Los cisnes ya se han alejado y no pueden escucharle.

Narciso se queda pensativo. Quizás es cierto eso de que hay personas que desconfían de otras, que incluso les odian y pueden llegar a matar, se dice a sí mismo.
Un escalofrío recorre su espina dorsal y esta vez, la curiosidad que siente por conocer esos sentimientos es mayor que su miedo.

Se levanta y decide hacer una cesta con unas ramas para poder llevar algunas manzanas que encuentra cerca del lago. Lilith le había dicho que tendría que cuidar de sí mismo, así que necesitaría provisiones para sobrevivir.

Mmmm... Aquella fruta que tantos problemas trajo a Eva, será de gran ayuda a Narciso Nunca antes había pensado en ello, pero ahora empieza a darse cuenta de lo duro que va a ser conseguir comida. No obstante, le vuelve a llegar ese sentimiento que hasta hace unas horas era desconocido para él: estar orgulloso de sí mismo.

Se recrea unos segundos en ello y decide seguir su camino. ¿Encontrará la aldea?, ¿por cuántos peligros más tendrá que pasar antes de llegar a ella?
Lilith le susurra al oído: "Esto no es más que el principio, pero estaré contigo".

Por los pelos

Es Lilith.Decepcionada y enfadada, mira a Narciso con pena. Él está temblando. "No voy a poder ayudarte todo el tiempo. No eres el único que tiene problemas y eres más fuerte de lo que piensas".
"Pero, ¿qué tengo que hacer? Lilith, ¡tienes que ayudarme!"
"Mira a tu alrededor. No todo es tan malo como parece. Tienes que aprender a valerte por ti solo. No siempre estaré aquí. Pero te daré un consejo. El bosque puede serte de mucha ayuda. Observa lo que comen los animales, dónde se resguardan, de dónde sacian su sed. No eres tan distinto a ellos"

"Pero, ¿y si me enveneno? ¿Y si tengo frio?"
La figura de Lilith se va desvaneciendo y ya sólo queda una bruma que poco a poco deja ver de nuevo lo que antes Narciso había visto como paisaje amenazador

Un último adiós.

Narciso por fin se decide a abandonar su paraíso aparente. No sabe si contará con la ayuda de Lilith, aunque ésta le ha prometido guiarle durante sus primeros pasos.
Darius está durmiendo la siesta después de una de las acostumbradas comilonas que le dejan a menudo casi sin sentido. Narciso suspira mientras ve cómo se le cae la baba a ese que hasta hace muy poco creía su amigo para siempre. No le importa, ¡no hay tiempo que perder! Tiene que experimentar y aprender tantas cosas...
Con pena pero a la vez determinación, observa silencioso el pájaro que se encuentra en frente de él.

¡Buena suerte!
Telepáticamente oye en su mente cómo le anima a que se marche, a que deje a Darius y se adentre en ese mundo. Mundo desconocido pero "real", tal y como le dice el pájaro.

"Ya vale, ¡ya va siendo hora de irme de una vez!, grita enfadado y a la vez con ganas de marcharse.
Sólo mira por última vez esa mesa de madera sobre la que tantas veces había observado la tranquila agua y preguntándose qué habría más allá.

¿Dónde se sentará ahora Narciso?

¿Y si no es oro todo lo que reluce?

En ese ambiente de tranquilidad, seguridad y placer, el hada Lilith hace a Narciso una visita.
Le comunica que hay otros lugares en donde la vida no es como él la conoce.

¡Tienes que salir de aquí, !
Lilith ha estado en esas tierras y ha visto cómo incluso se llegan a matar las personas entre sí. El hada le muestra en el reflejo de un rio a Narciso algunas imágenes de esos extraños sitios. Él nunca ha oído hablar de desconfianza o de traición. Nunca ha experimentado miedo, impotencia o dolor.
Ahora por primera vez se siente triste. Después de la visita de Lilith, Narciso no puede disfrutar de su despreocupada vida como antes y se ve envuelto en sentimientos que nunca le habían rozado.