Venus, querida Venus
La respiración de Narciso se aceleraba por momentos, le faltaba el aire. Estaba asustado y no sabía qué contestar. ¿Se tomaría bien Venus lo que le iba a decir? ¿Se reiría de él? Y lo más importante... ¿le iba a contar la verdad?
De pronto oyó a Lilith por primera vez después de esas horas infernales que había pasado en la ciudad:
"Sé valiente, Narciso. Acepta las consecuencias de tus actos y enfréntate a tus miedos".
Narciso respiró hondo, tragó saliva y contestó:
"Eres especial, Venus, y por eso voy a ser sincero contigo. Antes de nada quiero aclarar que ni estoy borracho ni tomo dro..."
"¡Vete al grano, tio! Te aseguro que he visto cosas peores en esta ciudad. Tengo curiosidad por saber de ti. Me inspiras confianza, ¡venga!, ¡cuéntame!", le interrumpe Venus ansionsa.
"Soy del Olimpo. Me llamo Narciso y me he encontrado en este lugar por error. Bueno, por error exactamente, no... He venido a aprender, quiero saber lo que se siente al ocurrirme cosas que no son buenas. Aunque a decir verdad, -Venus le mira perpleja, sin saber cómo reaccionar- ya he experimentado algunas cosas que no me gustan. Todavía no sé si quiero quedarme en este lugar"
La expresión de Venus no tiene precio. "Ya. Creo que necesitas ayuda, pero no sé si yo podré dártela", continúa.
Narciso ya sabe por dónde van los tiros y comienza a levantarse de la silla. Venus sonríe amigablemente.
"¿Qué haces? No me estás entendiendo. Yo soy Venus, la Venus que conociste en el Olimpo, la Venus de la que te enamoraste..."
Narciso se queda paralizado, y titubea torpemente.
"Pero... ¿y tu aspecto?, ¿qué ha pasado con su aspecto?"
Venus ríe de forma nerviosa y le mira a Narciso con ternura.
De pronto oyó a Lilith por primera vez después de esas horas infernales que había pasado en la ciudad:
"Sé valiente, Narciso. Acepta las consecuencias de tus actos y enfréntate a tus miedos".
Narciso respiró hondo, tragó saliva y contestó:
"Eres especial, Venus, y por eso voy a ser sincero contigo. Antes de nada quiero aclarar que ni estoy borracho ni tomo dro..."
"¡Vete al grano, tio! Te aseguro que he visto cosas peores en esta ciudad. Tengo curiosidad por saber de ti. Me inspiras confianza, ¡venga!, ¡cuéntame!", le interrumpe Venus ansionsa.
"Soy del Olimpo. Me llamo Narciso y me he encontrado en este lugar por error. Bueno, por error exactamente, no... He venido a aprender, quiero saber lo que se siente al ocurrirme cosas que no son buenas. Aunque a decir verdad, -Venus le mira perpleja, sin saber cómo reaccionar- ya he experimentado algunas cosas que no me gustan. Todavía no sé si quiero quedarme en este lugar"
La expresión de Venus no tiene precio. "Ya. Creo que necesitas ayuda, pero no sé si yo podré dártela", continúa.
Narciso ya sabe por dónde van los tiros y comienza a levantarse de la silla. Venus sonríe amigablemente.
"¿Qué haces? No me estás entendiendo. Yo soy Venus, la Venus que conociste en el Olimpo, la Venus de la que te enamoraste..."
Narciso se queda paralizado, y titubea torpemente.
"Pero... ¿y tu aspecto?, ¿qué ha pasado con su aspecto?"
Venus ríe de forma nerviosa y le mira a Narciso con ternura.
"Cuando me enteré de que te marchabas decidí seguir tus pasos. Yo también he renuciado al Olimpo, pero me he adelantado un poco a ti. Se podría decir que tomé un atajo y mientras tú pasabas años intentando sobrevivir en el bosque, me dediqué a aprender cómo vivir en este mundo tan raro...", rie y su rostro toma un color rosado. Baja la mirada. "Te he estado esperando todo el tiempo, Narciso, para poder estar contigo. Temí que me olvidaras".
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